Rechicero (Mundodisco, #5) – Terry Pratchett

[9] El estudio de la genética en el Disco fracasó ya en sus inicios, cuando los magos hicieron experimentos tratando de cruzar especímenes tan corrientes como moscas de las frutas y guisantes. Por desgracia, no tenían muy claros los principios básicos, y el resultado de la unión (una especie de habichuela verde que zumbaba) tuvo una vida triste y breve antes de ser devorado por una araña que pasaba por allí.

[10] La inmensa mayoría de los ciudadanos comprende en este caso a todo el que no estuviera colgando de cabeza sobre un pozo de escorpiones.

[11] Los gustos de los magos en cuestión de juegos de palabras son equivalentes a sus gustos en cuestión de objetos brillantes.

[12] Aunque, por supuesto, los ciudadanos de Ankh-Morpork siempre habían asegurado que las aguas de su río eran increíblemente puras. Según ellos, cualquier agua que hubiera pasado por tantos riñones tenía que ser muy pura.

[13] Nadie había tenido valor para preguntarle qué hacía allí.

[14] O desde abajo, o en diagonal. La estructura de la biblioteca de la Universidad Invisible era una pesadilla topográfica, la sola presencia de tanta magia acumulada retorcía las dimensiones y la gravedad como si fueran unos espaguetis capaces de poner cabeza abajo a M. C. Escher. O tal vez cabeza de lado.

[15] El hachisismo, que obtenía su nombre por las ingentes cantidades de hachís que consumían sus practicantes, era una secta de asesinos salvajes que se caracterizaban tanto por su crueldad como por sus risitas cuando veían colorines nuevos e interesantes.

[16] Aunque también más rápida, seguro. Y además sólo podrían subir cuatro personas.

[17] En un universo mágico de verdad, todo tiene su opuesto. Por ejemplo, existe la antiluz. No es lo mismo que la oscuridad, porque la oscuridad no es más que la ausencia de luz. La antiluz es lo que se obtiene si se atraviesa la oscuridad y se sale por el otro lado. Según este mismo principio, un estado de nurdez no es una simple sobriedad. Por comparación, la sobriedad es como bañarse en algodón. La nurdez acaba con toda la ilusión y toda la confortable neblina rosa en la que suele vivir la gente, y permite pensar con claridad por primera vez. En esos casos, tras gritar un poco, uno se asegura de no volver a coger una nurda.

[18] Podemos encontrar una descripción de la quimera en el famoso bestiario de Escobonieblo, Anima Innaturale: «Tiene las piernas de una sirena, el cabello de una tortuga, los dientes de un caracol y las alas de una serpiente. Por supuesto, sólo tengo mi palabra al respecto, ya que la bestia tiene el aliento de un horno y el temperamento de un globo de goma en un huracán».

[19] Pero claro, los magos se suelen matar unos a otros por medios vulgares, no mágicos. Está permitido, y morir asesinado se suele considerar «causa natural» para un mago.

[20] Bueno, vale, pero ya nos entendemos.

[21] Se trataba de la Guía Mitolín, una valiosísima ayuda para todos los que se dedican a lo arcano y lo oculto. Contiene listas de cosas que no existen y, de una manera muy significativa, tampoco tienen importancia. Algunas de sus páginas sólo se pueden leer después de medianoche, o con ayuda de luces extrañas e improbables. Incluye descripciones de constelaciones subterráneas y de vinos que aún no han fermentado. Para el ocultista especializado que se puede permitir la edición cara encuadernada en piel de serpiente, se adjunta incluso un mapa del metro de Londres en el que aparecen las tres estaciones que no se atreven a incluir en los diagramas públicos.

[22] Él discutía con cualquiera que dijese que no lo era.

[23] Un juego muy popular entre dioses, semidioses, demonios y otras criaturas sobrenaturales, a las que les encantan las preguntas del tipo «¿De Qué Va Todo Esto?» y «¿Cómo Acabará?»

[24] Aunque ésta era la única semejanza que tenían con los ídolos construidos, por impulso de recuerdos antiguos, por los niños cuando nieva. Era más que improbable que este Gigante del Hielo fuera por la mañana un montón de hielo bulboso con una zanahoria por nariz.

[25] Que, sabiamente, decidió no volver a volar. Nadie lo reclamó, y se pasó el resto de sus días tirando del carro de una dama anciana. Nadie sabe qué hizo Guerra al respecto. Es casi seguro que encontró otro caballo.

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