Pánico – Jeff Abbott

Los pasos sobre el suelo de madera se detuvieron. Dezz caminaba sobre la alfombra. O simplemente estaba esperando a que saliesen corriendo hacia el recibidor.

–Ahí viene -dijo Carrie.

Evan sintió cómo el pánico se apoderaba de su voz. Al pulsar las teclas del teléfono móvil se encendió una pequeña luz.

La bala impactó en el brazo derecho de Evan, con el que sostenía la pistola, y él cayó al suelo gritando. Durante los primeros instantes de conmoción no sintió dolor, pero luego éste comenzó a subirle por el brazo hasta llegarle al cerebro. Dejó caer la pistola de Jargo. La sangre manaba de su mano.

–Tira el teléfono -ordenó Dezz- o lo mato.

Ella obedeció.

–Tee veeeoooo -dijo Dezz-. Quieto.

¡No, no podía ser!

Pero luego recordó las gafas de visión nocturna. Dezz las llevaba puestas fuera y las había dejado sobre la barra. Simplemente se había retirado para desconectar la electricidad y coger las gafas de visión nocturna. Sin luces, sólo él podía ver, y había vuelto para matarlos.

El farol, el único modo que tenía Evan de vencerlos, había fallado. Había desaparecido. Se había acabado.

Su mano palpitaba del dolor. Había perdido la pistola. Se pasó la otra mano por los dedos. Todos seguían allí, pero su mano derecha era una especie de masa de carne con un agujero en el dorso.

–Tú… tú mataste a mi padre.

La voz de Dezz parecía incorpórea en la oscuridad.

–Tú le disparaste -consiguió decir Evan.

El cuchillo. Tenía el cuchillo de Jargo metido en la parte de atrás del pantalón. Lo cogió y luego se quedó inmóvil. Dezz podía verlo.

Haz que se acerque lo suficiente para acuchillarlo.

–Dezz, escucha. Podemos hablar, ¿no? – dijo Evan. «Hazle creer que has llegado al límite, que vuelves a ser aquel chico asustado que casi mata en Austin.» Apartó a Carrie de su lado. Ella intentaba acercarse a él, pero él la empujaba más fuerte-. Esto es entre tú y yo, Dezz.

–No tienes que preocuparte por Carrie -dijo la voz de Dezz flotando en el aire-. No voy a matar a la Exploradora. Todavía no. Pasaremos muchos buenos momentos cuando estemos solos.

Evan lo intentó de nuevo con el farol.

–Tienes que dejarnos marchar o esos archivos acabarán con Los Deeps.

–Empezaré todo de nuevo. Gestionar una red es un rollo. Me las arreglaré por mi cuenta.

Evan se puso de pie contra una esquina de la habitación y levantó la mano sangrienta para pedir clemencia. «Sigue acercándote, cabrón, sigue acercándote.»

–Un tipo como yo siempre puede encontrar trabajo -contestó Dezz.

Evan oyó el ruido del envoltorio de un caramelo arrugándose.

Evan agarró el cuchillo con la mano buena.

–Pero un tipo como tú…

Una ráfaga de claridad cegó a Evan. La bala impactó en la pared, justo por encima de su cabeza. Una risotada. Dezz estaba jugando con él igual que lo había hecho fuera. Evan levantó la mano destrozada y buscó a tientas la pared. De nuevo otro disparo por encima de su cabeza. Se encogió en el suelo. Suplicaba por su vida con gritos desgarradores, y pensaba: «Quiere jugar; por favor, Dios, haz que ignore a Carrie y que se acerque».

De nuevo una serie de disparos, una serie de ráfagas de luz, esta vez hacia abajo. Oyó el sonido de las balas impactando contra la carne y contra el suelo. Carrie gritó.

–Adiós, Mitchell -dijo Dezz.

Ahora las ráfagas de luz habían desaparecido y en la oscuridad sólo se repetía un mismo patrón, un eco de muerte.

Pero Evan vio de dónde salían las luces, a unos tres metros de él, una constelación de luces que brillaban ante sus ojos. Se echó a correr hacia delante con el cuchillo en la mano buena, intentando escuchar el jadeo de una respiración. Estaba a su izquierda. Estiró la mano por delante con el cuchillo y embistió a Dezz con todas sus fuerzas.

Dezz chilló. Evan se tiró sobre él y cayeron al suelo. Evan clavó el cuchillo y sintió cómo atravesaba tela y carne. Dezz gritó de nuevo.

La mano agujereada de Evan dio con las gafas de visión nocturna y clavó el cuchillo bajo los cristales. Una vez. Dos veces. Sintió un puño contra su mandíbula y una mano agarrando su mano destrozada y retorciéndola.

El dolor era inhumano, abrumador. Pero notó el olor a caramelo y sintió una cálida respiración junto a su cara. Levantó el cuchillo y volvió a clavarlo.

Dezz se entumeció y expiró una bocanada. Había muerto, había soltado su último aliento.

Evan llamó a Carrie a gritos. Le quitó las gafas de la cara a Dezz y se las puso.

Un verde sobrecogedor. Dezz estaba debajo de él, muerto. Levantó la cabeza. Carrie estaba hecha un ovillo en la esquina contraria, cerca de su padre. Tenía los ojos apretados y luego los abrió en la oscuridad. La cara de su padre había desaparecido.

Evan miró fijamente a su padre con la luz verde, que parecía de otro mundo.

–Carrie, se ha acabado…

Se tambaleó hasta allí y se arrodilló delante de ella. Le puso las gafas para que pudiese verlo. Ella le tocó la mano y se echó a llorar.

Evan se giró y le puso la mano en el pecho a su padre. Sintió el silencio y cerró los ojos. Detrás de él, Carrie se inclinó sobre su espalda y sintió cómo sus lágrimas le mojaban la camisa.

Por fin se puso de pie y ayudó a Carrie a levantarse. Ella le sostenía la mano herida junto a su pecho.

Guiados por las gafas, él y Carrie bajaron las escaleras y se adentraron en la oscuridad.

VEINTE días después

Capítulo 50

–Tienes que tomar una decisión -dijo el hombre.

Evan estaba de pie sobre la arena mojada, observando la marea bailar entre sus pies. Carrie estaba en el porche de la casa de alquiler con los brazos cruzados, observándolos.

–Quería hablar contigo a solas, Evan. – El hombre era el nuevo Albañil, el sustituto de Bedford-. Mi propuesta es sencilla. La cinta que le enseñaste a Jargo para engañarlo fue una idea maravillosa. Atacar la red de Los Deeps. Es tan sencillo como brillante.

–Sólo hice el vídeo para asustar a Jargo si me atrapaba.

–Puedes ocuparte de Los Deeps -afirmó El Albañil-. No queda nadie vivo del equipo de Jargo que sepa nada de ti para contradecirte. – Evan lo miró, pero la sonrisa de El Albañil era neutra-. El resto de la red no cuestionaría que fueses el heredero natural si les dijeses que tus padres y Jargo te entrenaron para el papel en caso de que muriesen. Tu conocimiento de la red y de sus finanzas será muy convincente. Y podemos darles a sus clientes, al menos a los más antipáticos, la información que queramos.

–O chantajearlos para que hagan lo que les pides -añadió Evan-. No soy el tío adecuado para este trabajo.

–Sí lo eres. – Al nuevo Albañil le faltaba el encanto de Bedford; en su lugar, hablaba con una tranquila arrogancia-. Evan. Hemos hecho una inversión considerable en ti. – Como burócrata que era, comenzó a nombrar los favores de la agencia-. Os trajimos hasta aquí, a las Fidji, os proporcionamos nombres nuevos; nos encargamos de los funerales de tu padre y de tu madre; le pagamos una gran suma de dinero a tu amigo El Turbio por la ayuda que te prestó para acabar con Jargo. Te hemos devuelto tu vida.

La vida que Evan había tenido se había desvanecido, pero dijo:

–Aprecio todo lo que habéis hecho. – No quería seguir hablando con este Albañil, esta sombra del hombre decente que había sido Bedford. Pero tenía curiosidad-. ¿Y los otros Deeps? ¿Los habéis localizado?

–Están bajo vigilancia. – Bajo vigilancia. No los habían arrestado. Quizá pudiesen ser útiles en su ignorancia, si Evan decía que sí a la propuesta de El Albañil. Éste sonrió con pereza-. Las próximas órdenes que reciban podrían venir de ti.

Evan dibujó una línea en la arena con el dedo del pie.

–Tienen vidas, como la que tenía mi familia, ¿verdad? ¿Hijos?

–Sí. Muchos hijos. Y si dejamos esa red en su sitio…, bueno, ninguno de sus hijos tendrá que sufrir.

El Albañil le sonrió a Evan, fingiendo que no estaba utilizando la culpabilidad para avergonzarlo por desaparecer en el mundo de las sombras.

Evan miró el mar. Contó hasta diez.

–Déjame que me lo piense. Déjame hablar con Carrie.

–En realidad sólo existe una respuesta, Evan.

El Albañil se aclaró la voz.

Evan le dio la espalda y se dirigió hacia el porche. Tenía la cabeza y el corazón llenos de dolor por sus padres; por una madre que había desafiado valientemente un peligroso secreto para salvarlo; por un padre intrépido que se había sacrificado por su hijo. Ahora mismo los necesitaba más que nunca, pero lo único que le habían dejado era su amor y su valentía.

Esperaba que esa valentía fuese suficiente para hacer lo que tenía que hacer. Para que su muerte no hubiese sido en vano.

El Albañil seguía en la playa, mirando la espuma de las olas, girándose para observarlos. Esperando una respuesta.

–¿Qué es lo que quiere? – le preguntó Carrie susurrando.

Se lo dijo; ella se quedó pálida y se cubrió los ojos con la mano.

–Pero yo tomaré una decisión diferente a la de mi madre -dijo Evan- cuando tuvo que elegir cómo utilizar los archivos. Ella los utilizó como escudo. Yo los usaré como un ariete.

–¿Cómo? Nunca nos dejarán en paz. Nos obligarán a ayudarles.

–Esto se acaba hoy. – Hizo una pausa-. Todavía tengo una copia de la lista que Navaja ocultó para mí.

Carrie apartó la mano de su cara.

Evan le dio la espalda a El Albañil y se apoyó en la barandilla del porche.

–Enviaremos los archivos a los medios de comunicación más importantes del mundo. – Era lo que su madre debería haber hecho. Lo que Gabriel debería haber hecho. Lo que la CIA debería haber hecho-. A mis padres no les funcionó lo de escapar. Vamos a tener las vidas que ellos querían que tuviésemos. No volveremos a mirar hacia atrás jamás. ¿Estás conmigo? – Intentaba sonreír-. ¿Quieres comprar una entrada?

Evan vio en la cara de Carrie el dolor y la pérdida que había sufrido.

–Es un riesgo, Evan.

–No, es una elección. – La agarró entre sus brazos y ella lo abrazó con todas sus fuerzas-. Y yo te elijo a ti.

Agradecimientos

Este libro es una obra de ficción. Eso significa que lo he inventado, que es un producto de mi imaginación. Ha salido de la nada como por arte de magia, y cualquier similitud con el mundo real o con personas u organizaciones es pura coincidencia.

Tengo que darle las gracias a Meter Ginsberg, que acogió el libro desde su concepto inicial hasta el borrador final y que, como el fantástico socio que es, me ayudó a no perder de vista el objetivo; y a Match Hoffman, que me dio una brillante idea para un poderoso manuscrito y que verdaderamente me ayudó a encontrar el corazón de la historia de Evan y Carrie. También estoy en deuda con Carole Baron, Brian Tart, Kara Welsh, Susan Schwartz, Erika Khan y Genny Ostertag por su entusiasmo y su apoyo para el libro.

Por su ayuda en la investigación y la finalización de esta novela, le doy las gracias a mucha gente:

Mi cuñada Vicki Deutsch, mi cuñado Michael Deutsch y mi sobrina Savannah fueron unos atentos anfitriones en Florida.

El doctor Phil Hunt contestó a mis preguntas sobre traumas médicos y Charlyne Cooper facilitó nuestras charlas.

Mis suegros, Rebecca y Malcolm Fox, me ofrecieron su ánimo en momentos decisivos.

Roberto Aguilar, experto veterinario, y Sarah Burnette, directora de relaciones públicas del zoo de Audubon, en Nueva Orleans, Luisiana, amablemente me hicieron una visita guiada entre bastidores por el zoo. El doctor Bob y Sarah respondieron a mis más torpes preguntas con amabilidad y buen humor. El zoo de Audubon es una de las joyas del Sur y les animo a que lo visiten la próxima vez que estén en Nueva Orleans.

Shirley Stewart, mi agente en el Reino Unido, y Jennifer Wolf-Corringan respondieron a mis preguntas y me hicieron seguir riendo. Los compañeros del club literario de Jennifer, Martha Ware, Joanna Dear, Jo Shakespeare, Peters y Sara von Schmidt también me proporcionaron unas opiniones preciosas con respecto a los escenarios en Londres.

Marcy Garriot, directora del documental Split Decision [Decisión dividida] y presidenta de la Sociedad de Cine de Austin, contestó pacientemente a mis preguntas sobre el arte y la práctica de realizar documentales.

Tengo que darles especialmente las gracias a tres de mis compañeros escritores:

Christine Wiltz fue una generosa guía en Nueva Orleans y me permitió usar su buen nombre para abrirme puertas.

Elaine Viets, muy amablemente, me llevó por Miami y Fort Lauderdale y me sugirió barrios para los capítulos del libro que tenían lugar en el sur de Florida.

Jonathon King me indicó la situación perfecta para las escenas de Everglades.

Como siempre, mi mayor agradecimiento va para mi mujer, Leslie, mis hijos, Charles y William, mi madre, Elizabeth y mi padrastro, Dub, por todo su ánimo y por su apoyo.

***

[1] Nombre de una cadena de establecimientos de venta y elaboración de rosquillas, muy popular en Estados Unidos. (N. de la T.)

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